Celya Montalván: «Superficie». Texto incluido en la exposición celebrada en la Sala Naranja, Valencia. Mayo-Junio de 2002.

 

Empezar un día al revés, como el periódico del domingo por la mañana. Por las páginas amables. Sin ganas. Sin grandes expectativas. A ojos vagos y manos tontas. A saliva descuidada en los impares.

Sobre la cama. Con los pies en la almohada y la cabeza colgando. Sin profundidad de campo. Libros que son lomos, cajas que son cuadros, fotos sin espalda, armarios ventana que no esconden paisajes. Dos dimensiones. Transparente y puro de tan simple.

Al revés. Largo por alto que no oculta intenciones. Partículas chincheta sin aire que las sostenga. Aire como pegamento adherido a las paredes a las que se pegan como recortadas de una revista 8 letras enormes. Profundo. Profundo en dos por dos cada una de las letras. Superficie abarcable violada por una sola palabra. Profundo. Profundo en plano. Sin campo ni profundidad.

La leo en voz alta. No resuena. Se me corta el eco. Palabra de dos dimensiones sin eco. Palabra hueca. Palabra lomo sin aire que la sostenga. Y la digo otra vez, con la cabeza colgando y los pies sobre la almohada. Mientras el techo hace olas y encuentra una tercera dimensión para inundarnos.

Empezar un día al derecho. Por la mañana. Con muy poco espacio y toneladas de oxígeno que respira entre libros cargados de historias profundas. Partículas pesadas dentro del armario, dentro de las cajas, dentro de las fotografías, dentro y entre mi cabeza y la almohada. Aplastante y turbio de tan hondo. Tres dimensiones. Tres dimensiones para ocultar cosas. Y en una esquinita libre de la pared, arrugadas y con un relieve asfixiante, diez letras. Superficie.