Natalia Molinos: «Rodríguez Ruiz: la lucha por la propia verdad». El mirador del arte, mayo de 2014.

 

«Al descubierto» proyecto curatorial del Freaks Arts Bar presenta hasta el 1 de junio la muestra de Mario Rodríguez Ruíz “Alteraciones”, licenciado y Doctor en BBAA por la Universidad Politécnica de Valencia, un artista que asimismo forma nuevas generaciones de promesas desde 2000, como profesor de dibujo Artístico y Color en las Escuelas de Arte y Superiores de Diseño de Alicante y Alcoy.

No es frecuente ver el trabajo de Rodríguez Ruíz en la ciudad de Alicante, por lo que es una gran oportunidad acercarse a ver «Alteraciones». Algo de primitivo, de pulsión ancestral capta nuestros sentidos desde el primer vistazo por la fuerza plástica que nos lanzan los lienzos o las ediciones digitales. Imágenes no explícitas, en las que se entremezclan técnicas, distintas visiones superpuestas una sobre otras, una particular forma de entender la figuración, violencia en los colores escogidos (los rojos, los negros), en las pinceladas gestuales de pintura y en los temas de los que parte cada obra – “Sombra por parejas”, “Mater Misericordiae” – que el espectador tiene que desenmarañar, buscar su intrincado, escondido, significado.

La obra capta al espectador, primero por impulso estético, después por incitar a la curiosidad de descubrir que hay detrás. Para conseguir esta atracción, Rodríguez Ruíz elabora un complicado proceso de creación, desde el momento en que el artista es cautivado por un objeto o ser, lo fotografía y empieza a trabajar con él mediante dibujos preparatorios a los que se van incorporando otras referencias visuales, en un proceso de collage virtual que finalmente acaba en el lienzo pintado. Son las alteraciones que ocurren cotidianamente en nuestra vida. Imágenes que nos llegan continuamente a la retina y que sin darnos cuenta componen nuestro universo interior, realizamos miles de asociaciones ente unas y otras, se nos acumulan, se nos desbaratan en la imaginación, en la memoria, y, unidas a nuestras propias vivencias, resultan particulares, diferentes para cada uno de nosotros.

Los títulos también llaman a la reflexión, como vemos en sus dos lienzos. Con “Mater Misericordiae”, se nos plantea el concepto atávico de madre, la madre protectora, la feliz matrona que envuelve a sus retoños, pero también la castradora que los devora… Todos tenemos en mente el famoso cuadro de Goya «Saturno devorando a sus hijos», también una referencia al paso del tiempo… como el tiempo nos devora a todos, como nuestra juventud se ve destruida ante la juventud que llega plena de vida, mientras un nuevo ser se desarrolla, nosotros nos encaminamos a la decadencia. Un temor que no sólo se refiere a lo físico, sino al poder de influir sobre otros. La madre, sin duda, es la primera figura que nos influye en nuestra vida, nos educa en valores, ideas, pensamientos positivos, pero también ciertos prejuicios por lo que finalmente nuestra meta como ser independiente en superar los lazos maternales para conseguir ser nosotros mismos.

La madre que es el símbolo de la fertilidad, de la tierra, del ser… El otro de los lienzos presentes en esta muestra “Sombra por parejas”, el título hace referencia a un ejercicio del boxeo, nos lleva a otro análisis. Un personaje doble, que se mueve y se esconde detrás de una misteriosa máscara de perfecta belleza clásica. Un par de pies descalzos y un par de zapatillas de boxeo, pero de color rosado. Dos en uno. Mujer y hombre, en el mismo lugar, superpuestos, y dando puñetazos en el aire. La eterna lucha de sexos enfrentada a los múltiples yo de cada ser humano, la cantidad de personalidades que formamos dentro de nosotros mismos, como dijo Walt Whitman «contengo multitudes». El lienzo habla de la dificultad de entendimiento en la pareja, o más bien, de intentar imponerse uno al otro. En definitiva, como en la obra anterior, el artista parece reflexionar de nuevo sobre la lucha por ser uno mismo, por luchar contra sus propios fantasmas, miedos…, que se acrecientan ante el miedo a una pareja que no nos permita «ser».

Entre las impresiones digitales -tiradas de sólo hasta veinticinco ejemplares, todos originales- encontramos personajes parecidos a los de los grandes cuadros: una Mater que implosiona en vez de explosionar, un hombre en frenético movimiento, ángeles creados a partir de distintos personajes y procesos creativos- especialmente del fotomontaje y el dibujo por ordenador-, llenos de grácil movimiento, la contundente imagen de la muerte creadora de vida…

No extraña que para lograr el resultado final de sus piezas haya estado trabajando en alguna de ellas varios años. Rodríguez logra su objetivo, hacernos reflexionar, detenernos un momento a pensar qué es lo que estamos contemplando. Nada esta al azar. Nada es producto de la inconsciencia. Una invitación a pensar por nosotros mismos.