Ana Belén Mondéjar: catálogo de la exposición celebrada en la Fundación FICIA, Elda. Junio-julio de 2004.

 

“Adeus pàtria (…). En cierto modo, podemos reírnos de aquellos que se definen como occitanos, corsos o celtas. De aquéllos cuya entidad se reduce al territorio (…). Tal vez sea tiempo, cinco siglos después de Magallanes, de admitir que la Tierra no tiene fin”.

Guy Scarpetta : Èlogue du Cosmopolitisme.

 

En la presente exposición, organizada por el Club Rotary de Elda, haremos un recorrido por la trayectoria artística del pintor Mario Rodríguez Ruiz. Desde su serie de Ángeles (1997-2002), pasando por otros trabajos, como las series de Cabezas, Retratos, y algunas de las obras que realizó en el Instituto de Arte de Santa Fe (2002); llegamos a su último proyecto: El retrato robot, expuesto aquí por primera vez.

En casi todas estas obras podemos apreciar un sentido unitario en cuanto a técnica se refiere. El collage se convierte en el punto de partida, las composiciones se construyen a partir del reciclaje de imágenes encontradas en prensa, y las técnicas más utilizadas son el óleo, el acrílico y el dibujo.

Como ya he señalado, la novedad de esta muestra reside en el conjunto de obras que forman la serie de El retrato robot como propuesta integradora.

Resulta curioso que el artista haya utilizado un género reservado a las comisarías de policía, el retrato robot, para plantear un tema tan actual: la diversidad cultural. En estos retratos, el elemento represor ha desaparecido y se ha convertido en una propuesta para la integración cultural.

Tradicionalmente, las fichas policiales muestran imágenes que pretenden ser objetivas. Reproducen el rostro, el cuello, y parte de los hombros de personas anónimas cuyo único rastro distintivo es su constitución física.

Este hecho nos plantea de forma directa el problema de la identidad como construcción social partiendo del propio cuerpo.

La diversidad o multiplicación de la identidad es, hoy más que nunca, un signo clave de nuestro tiempo.

La transformación del territorio, la mezcla de pueblos y costumbres o el auge de las telecomunicaciones, hacen avanzar el mundo hacia la interrelación. La identidad ya no se reduce al territorio y queda convertida en un valor inestable, en continuo cambio. Aquello más importante será la noción pluralista de la cultura occidental.

Será necesaria una evolución natural hacia la mezcla y riqueza de diferentes culturas. En nuestras mentes debemos dejar espacio a la idea de que la sociedad no es de un único color, sino que posee una gran variedad de matices. Además, es enriquecedor saber ver desde múltiples perspectivas.

Pero tampoco podemos obviar los conflictos de carácter intercultural, étnico y religioso que plantea la diversidad. Todo ello agravado por factores como ahora son la inmigración, la violencia y el concepto de identidades múltiples.

Principios como el Universalismo y la inclusión e integración social y política, pueden convertirse en una alternativa a estos conflictos. Debería cobrar valor las diferencias entre culturas y relativizar mucho más los valores culturales.

El mestizaje y la diversidad son fuente de riqueza, no podemos verlos como fuente de marginación y aislamiento. La diferencia debe ser respetada (en sentido literal del término) sin necesidad de obligar al Otro a convertirse en Yo mismo. Hay que dar oportunidades para “expresarnos todos por nosotros mismos” y así conseguir un mundo más solidario y diverso.

Vivimos un momento interétnico. Las relaciones que se establecen entre el centro y la periferia, los movimientos migratorios y, en general, los procesos económicos y culturales propician una nueva conciencia de la diversidad, dando un sentido más polifocal del mundo. Este fenómeno convierte en más complejos los discursos culturales y nos encontramos con interpretaciones dinámicas y plurales. El mundo no es uniforme.

Todas estas cuestiones, conceptos y problemas; se nos plantean desde un punto de vista artístico. No olvidemos que el arte nos enfrenta con nuevos modos de ver y percibir nuestro entorno. Abre nuevas vías de comunicación e invita al espectador (activo) a reflexionar de forma crítica.

Se trata de encontrar en nuestro mundo otros mundos que también están aquí, sólo hay que saber sentirlos y esta muestra abre un punto de partida hacia esta reflexión.